No deja de ser
triste cuando notas que la organización en la que una vez creíste y
participaste, hoy da tumbos queriendo aferrarse a cualquier
injusticia para mantenerse vigente, aunque se aleje totalmente de sus
planes originales.
Y no está mal el
reclamo ante las injusticias, no, incluso es necesario. Pero si una
organización nace con un proyecto y éste se vuelve inalcanzable por
el autoritarismo y cerrazón de sus organizadores, incapaces de
escuchar nuevas voces y métodos, y con el tiempo se desvían de su
base para sumarse a cualquiera de las muchas problemáticas que nos
presionan como país, dicha organización está muerta en vida.
Camina como manso
zombi benigno, sí, pero zombi al fin.
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