jueves, 1 de octubre de 2015

DEL GRITO DE "PUTO" A UNA CONSTITUCIÓN. Estupidez e Inteligencia Colectiva (III de V)


¿Tiene esta muchedumbre un discurso en potencia?
Los mexicanos han conseguidos balbucear en el estadio, pero también tenemos internet. Entre las herramientas que hemos usado desde el paleolítico, ésta es la primera que puede no sólo acercarnos a través de gritos, sino por coincidencias de argumentos. Unión no sólo a través de la “porra” (creada por la emoción del momento y desde “líneas” que anteceden al yo, al sujeto invididual), sino de pensamiento más elaborado. Esto, por supuesto, evoluciona del ámbito de lo deportivo para entrar en lo político. Esto es algo que no se ha hecho todavía, ni al parecer se está haciendo...
    Sin embargo, en las redes sociales se percibe una búsqueda más profunda de sentido de la expresión. Dejemos por ahora a un lado, las fundadas oposiciones críticas a ciertas maneras en que se usa y sus alcances y concentrémonos en las características más aprovechables. Ya sea con un largo análisis o con breves comentarios, o en el ir y venir de opiniones, en las redes sociales la masa, a través de sus individuos, se expone, participa, absorbe información, analiza y hasta se organiza.
   En la rápida evolución de las conversaciones en línea (desde el correo electrónico y los chats, desde el anonimato hasta el perfil con nombre y apellido), la plaza de Facebook, el vecindario Facebook, ha resultado tener buenas posibilidades de fructificar como ágora, pero es insuficiente por la ambigua inducción de opciones que impone su política interna de “me gusta”, tan limitativa de la divergencia, tan eminentemente piramidal (“este es mi sitio de internet y yo impongo las condiciones”, podría haber dicho Mark Zuckerberg). Cerrazón de CEO que conlleva a que la retroalimentación personal que el usuario pueda obtener sea de menores posibilidades intelectuales. Como se sabe (o se intuye), respaldar un comentario mediante el botón “me gusta” puede responder a diversas causas. Dos botones, el positivo y su contrario, permitirían establecer un puente para saber que detrás de la pantalla también existe una persona, cercana a ella, a quien su postura gusta o desacuerda, lo cual redundaría en mejores perspectivas para los opinantes. (En el momento que escribo esto ya se ha anunciado que el deseado botón“no me gusta” está en camino, pero aún no se ha concretado).
    No obstante dichas limitaciones, se alcanza a observar, al menos entre los “amigos” o contactos de México, un espíritu de descontento general con la situación del país. Al menos no se ve a nadie echando las campanas al vuelo, excepto si son “del partido”, cualquiera que este sea. Un descontento que pide acción personal y en los demás para la transformación del Estado. Desde las frases “estoy listo para soltar balazos en la revolución” hasta “deberíamos organizarnos”, desde el debate contra los “activistas de feisbuk” y a favor de los de “el cambio está en uno mismo”, del “ponte a trabajar” al “¿para qué, si eso más que trabajo es esclavitud?”, en muchos ámbitos de las redes se señala ese disgusto (en comentarios de grupos, en comentarios a las notas de periódicos, en discusiones en torno a personajes políticos de los medios) que nos muestra que en sus entornos de debate existe otro subconciente nacional (incluso supranacional), igual en crisálida que el del estadio, con su misma falta de representatividad, en potencia, pero más elaborado más rico en perspectivas y divergencias aunque disperso (pues no hay cauce por el que fluya al ámbito de la implementación en el gobierno, de la acción, salvo la posibilidad de promocionar eventos en el medio).1
    Todos esos estados, discusiones, provienen de un pueblo con mayores deseos de participar, de incidir en el modelado del país, mucho más consciente de sus desigualdades, pero que no tiene otra herramienta que la de la votación pretendidamente democrática de representantes emanados de partidos y de sus procedimientos internos. Es decir, por ley, nuestro pueblo sólo puede acudir a votaciones de segunda mano, y se somete además al plurinominalismo, verdadero motor constructivo de las políticas cupulares.
    Apenas este año se estrenó la modalidad de los candidatos independientes, sin embargo, su éxito no ha dejado de ser observado con recelo por los partidos grandes, quienes buscan ahora limitar otra vez su participación con distintas trabas. "Nada por afuera de las mafias partidistas", parece ser la consigna.



1 Facebook no está pensado para ello y los viejos métodos de caudillos, revoluciones y balazos, sobre todo en un territorio nacional tan actualmente ensangrentado por la guerra del, con y contra el narcotráfico, simplemente repugnan a un país que es medianamente consciente de que la revolución de 1910 trajo mejores métodos para frenar la brutal explotación, sí, pero no cambió el sistema de explotación. Y murieron muchas personas.

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