A seis días
de la multitudinaria marcha del 20 de noviembre (una marcha pacífica hasta que
intervinieron los infiltrados y la policía en sincronía teatral poco ensayada
pero efectiva) y que derivó en el arresto de 11 “anarquistas”, me surge una
serie de dudas, todas ellas provocadas por la misma actuación de las
autoridades. Quien quiera ver que vea (quien tenga otra perspectiva, por favor,
alimente el debate con respeto y deje un comentario. Si eres troll, pues ya
sabes qué hacer… y luego pasa por tu torta).
Esto es lo que yo creo y espero ser
fiel a la utópica objetividad.
1.
El
día 20 hubo dos movilizaciones. Una en la mañana y otra en la noche. La primera
fue realizada en las inmediaciones del aeropuerto Benito Juárez de la Ciudad de México, sobre
Circuito Interior. Hubo disturbios, se arrojaron bombas molotov, se amenazó con
prender una pipa de combustible (¿quién iba a ser el mártir que le iba a poner
el cascabel a ese gato motorizado y salchichesco? ¿Y con qué? ¿Con un cerillo?
¿Con un spray de pelo?), los granaderos avanzaron y, con un gran despliegue de efectivos
policiales, fueron incapaces de cercar a los “anarquistas” en las calles de
colonias fácilmente cercables, sobre todo teniendo en cuenta la
cantidad de efectivos de que dispone esta ciudad. Al final, los medios, incluido Televisa,
reportaron que la autoridad afirmaba haber detenido a 15, quince, QUINCE
individuos (¿dónde están esos QUINCE?
¿Qué ha sido de ellos? ¿Dónde quedó el registro de su presentación ante el MP?
Aquí es donde yo supongo que, como su actuación mañanera no espantó lo
suficiente a los miles que salieron en la tarde, se tuvo que aplicar el plan B:
mandar a los mismos cabrones infiltrados a sabotear en la tarde UNA MARCHA
PACÍFICA, pues a ellos, a diferencia de los arrestados en la tarde, sí se les
concedió una libertad caucional y no se les envió a reclusorios federales de
alta seguridad).
2.
En
la tarde, tras cuatro horas de una marcha pacífica (en la que sí, se quemaron
efigies de los ineptos, pero no a los ineptos porque tampoco somos una turba linchadora),
amparados por la muchedumbre, comenzó la “coreografía” a que se refiere Tryno
Maldonado en su columna. Sin aviso previo, la “polecía”, tras recibir sus
órdenes (órdenes que algunas afirman que
se repartieron desde el día anterior), avanzó con toletes (sí, señor
Mancera, con toletes, no diga que sólo con escudos disuasivos, como usted afirmó
en directo) sobre los participantes ajenos a los desmanes, quienes únicamente
estaban “arrojando” su enojo y solidaridad por la desaparición de 43
normalistas. Allí, otra vez la “polecía” aseguró que había atrapado a 11
sujetos “anarquistas” que estaban sospechosamente ligados por el nombre clave
de “compas” (y que tantos chistes ha generado en las redes sociales).
3.
Ahora
bien, días después, la fiscalía (es decir, el MP, es decir, la parte acusadora
que está encargada de llevar el caso frente al juez) ha decidido fundamentar las
acusaciones sobre estos 11 justamente en eso, en los dichos de la policía, que
tantos chistes ha provocado. ¿Por qué hace eso? Porque está tratando de
fundamentar un caso endeble que un abogado incluso mediocre pueda tumbar con
facilidad y, con ello, liberar a 11 inocentes (al chileno ni siquiera le
aplicarán el 33) que tendrán que regresar a firmar cada lunes hasta que ellos
quieran. De cierta forma, la autoridad, al usar como único recurso los dichos
de los policías (cuando bien podrían usar videograbaciones de UNO DE LOS
CENTROS HISTÓRICOS MÁS MONITOREADOS POR CÁMARAS DE SEGURIDAD DEL MUNDO), está
poniendo en charola de plata la liberación de 11 inocentes.
4.
Entonces,
si la propia fiscalía lleva a cabo eso, si la propia fiscalía es tan laxa con
sus acusaciones, ¿qué podemos pensar? A mí sólo me queda una respuesta: están
tratando de meter miedo en todos aquellos que se manifiestan para que dejen de
hacerlo, para que se dejen de sus “marchitas justicieras”, para tratar de recuperar
una “tranquilidad” que desde el calderonato (y sexenios atrás, pero
particularmente desde el calderonato) no existe.
Seguiremos
informando… Seguiremos indagando… (Lo cierto es que, con el limbo legal que
existe sobre el mando policial en el DF, tanto el presidente Peña como el jefe
de gobierno Mancera, son responsables de la represión ocurrida en el Zócalo el
20 de noviembre pasado).