viernes, 13 de febrero de 2015

ECHAR UNA IDEA AL RUEDO




La Gran Descomposición Mexicana, etapa histórica de esta región pero indudablemente de perfiles mundiales, iniciada a principios de los ochenta, y acelerada por las ideas mesiánicas del salinato y el calderonato (unas del campo económico, las otras en el ámbito de la seguridad, ambas perversamente equivocadas), ha terminado por desembocar, llena de sangre y dolor, en la noche de Iguala. 
   Para muchos de quienes hemos asistido a este hecho como espectadores horrorizados por su corrupción e insensatez, nada puede ni volverá a ser lo mismo.
Este lodo, este estiércol no puede ser México. No puede ser eso un país siquiera habitable de este mundo.
    Durante las marchas por justicia a ese crimen, he podido constatar la gran variedad de visiones, incluso divergentes, que piden por cambios a fondo. Multitud de modelos enarbolados por organizaciones, colectivos, individuos de diferente origen y escolaridad, incluso anarquistas, que sin embargo no se escuchaban unos a otros a pesar de que los consumiera la misma indignación: el asco ante un sistema antihumano cimentado en leyes que se respetan de forma discrecional por las cúpulas. Un sistema que se ha vuelto tan hegemónico, hasta en los partidismos, que, lamentablemente, no lo padecen sólo los pobladores de México, sino la mayoría de los pobladores de ese minúsculo grano que habitamos en el espacio. Así es, al parecer todo el género humano está jodido. Y habitan un grano.
    Y aunque en la ruta a seguir durante la marcha para gritarle al adversario sí pueden ponerse de  acuerdo todos esos andantes, en la forma de plantar cara a ese hecho, de articular en acciones inteligentes las propuestas, no.
    A mí se me vino una idea a las mientes.
    Se trataba de evitar la mera consigna y adentrarnos a lo importante: las ideas. 
   Por ello era indispensable ponerlas frente a frente en un foro público y que pudieran ser analizadas y debatidas por expertos (investigadores, profesionales de cada área legal y social involucrada), de cara a miles o millones de personas que pudieran verlo y emitir su opinión. El foro se podría transmitir por internet, donde se garantizaría su accesibilidad, su disponibilidad constante, su transparencia y su posibilidad de resultar un material que generara puntos de acuerdo que pudieran convertirse en un documento resolutivo que confrontara con sustentada razón a la sinrazón de la clase gobernante.
    Pero la verdad, no me animaba a ponerla en práctica.
    Una idea así requiere de todo el tiempo que no tengo y de los recursos de los que carezco.
    Pero pasaban los días y todo parecía en calma, que la indignación se había apagado, que la gente otra vez iba a cerrar los ojos y permanecer apática, de regreso a la noria donde avanzar y callar es la única norma. Me dije que había que dar el paso hacia adelante en la oscuridad que hay hacia el futuro de toda idea y ver si pisaba sobre tierra firme.
    La reacción que la exposición de dicha idea (sobre un foro televisado por internet de expertos analizando con sentido científico y legal las propuestas surgidas del descontento para configurar un documento consensuado, racional, de acción práctica), creaba un cierto halo de incredulidad por la aplicación entre las personas a las que se las comentaba.
    Quizá hablaba con las personas equivocadas. Porque, a pesar de sus objeciones, la posibilidad de construir un foro de esas características implica trabajo fuerte, sí, pero tampoco nada insalvable (siempre y cuando, por supuesto, no hubiera represión y hubiera un bien organizado conjunto de personas detrás). ¿Cuántos profesionales verdaderamente conscientes no podrían ponerse a debatir y analizar con conocimiento de causa las materias más áridas... en un universo de aproximadamente 1652 universidades en toda la república? Yo suponía que al menos cien, y me estoy yendo a un número bajo. Cien profesionales informados. Ya fuera por invitación o por convocatoria abierta, en todas esas universidades hay estudiosos de los temas a tratar que podrían aportar datos y visión especializada al examinar propuestas.
    Y en estos tiempos, costear la transmisión online de un Foro no resulta en realidad tan caro. Con una buena banda ancha y un buen uso del recurso creativo que hay en todos los que buscan una transformación del estado de las cosas, se podía adecuar un espacio para que de forma contundente se aportara un documento con que enfrentar esta realidad atroz, con que combatirla. Un documento representativo.
    En fin, que ante cierta pasividad que notaba y cierta urgencia que me notaba de aplicar acción a los temas de la construcción de un contradiscurso incluyente, vasto, racional, decidí compartir esta idea con el mundo a través de las redes sociales y ver quién se apuntaba a ponerle movimiento. Después de todo, una idea se sabe si funciona o no hasta que se aplica en el plano de la experimentación real, y por otra parte, la primera actividad planificada era la más sencilla (y más vital): recopilar todas las propuestas posibles que enunciaran cualquier problemática y solución, proveniente de cualquier parte. Ni siquiera era una labor de discriminar su tendencia ideológica o considerar la viabilidad o no de la propuesta, sino de simplemente añadirla, consignarla. La intención era que, en un ámbito de profesionalismo, e incluso pedagogía, se hablara durante esos debates de todo lo que integra a un Estado, el papel que el sujeto individual tiene en éste, la aplicación de un modelo congruente de relaciones económicas en un momento histórico de desigualdades tan acusadas. Hice un grupo virtual con más de ochenta personas que, de una u otra forma, se habían interesado por la idea (sobre todo de forma escéptica y cuando aún era más bien una nebulosidad) y comenzamos a recabar información. Planteamientos sobre los más variados temas de Estado y su administración, seguridad, educación, comercio, industrias nacionales, justicia, alternativas y modelos de vida económica, seguridad social y laboral, solidaridad social, integración social, responsabilidad comunitaria, reconstrucción del tejido social, distribución de los ingresos, lucha social, aparecían ya en los primeros documentos integrados.
    Y entre esas propuestas apareció (compartida por el cantautor Picke Rivera) la propuesta organizada que miembros de la sociedad civil han estado haciendo para una Constituyente Ciudadana y Popular, es decir, una nueva Constitución que no continúe acentuando las disparidades del modelo actual. Al leer a fondo su propuesta de acción, pude notar similitudes con el Foro Resolutivo que había pensado (análisis de expertos universitarios, propuesta incluyente, humanista, giro fundamentado e informante) y concluí que los proyectos son demasiado parecidos como para duplicarlos. Además, la Constituyente Ciudadana tiene la proyección de configurar una idea general, no solamente algunos cambios por más abarcadores que sean. Y sobre todo, cuenta con el apoyo popular y de figuras reconocidas.
    Por ello, he creído prudente que esa idea que solté sobre un Foro de acciones resolutivas, se integre, desde la libertad de expresión, al movimiento que ya se echó a andar y del que no hay vuelta de hoja. Espero pronto ponerlos al tanto de lo que ocurre y las formas de acción que se llevan a cabo.

Por lo mientras, recomiendo la lectura de este material, como una especie de introducción.



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