viernes, 26 de octubre de 2018

Sobre métodos de referéndum


Casi se me estaba pasando el tema, el tren del mame de la actualidad, pero ir a votar así tiene un sentido muy precario. Bueno, con el ejercicio de este referéndum (que más que referéndum se convierte en “promesa de campaña” porque aún le falta coherencia y reglamentación), hemos llegado, comparativamente hablando, al paleolítico superior de las posibilidades que en la actualidad podría tener la Democracia. No mamen. ¡Qué pinche desperdicio de posibilidades!

O sea que todavía estamos puliendo piedra contra piedra, diciendo sí o no en el recuadro (nada más dos opciones, aunque les escriban explicaciones a cada una), bien binarios, cuando con los medios actuales, deberíamos estar en posibilidades de plantear mejores ideas mediante la consulta popular.

Ya debería estarse asentando una idea que pase del uso del referéndum para decir sí o no a proyectos, al uso del referéndum para votar, por ejemplo, ai modestamente, el Presupuesto de la Federación. ¡El Presupuesto de la Federación! ¡Piénsenlo un rato, caray!

Tu voto como decisión de adónde va el dinero. Tu voto que sabe a dónde bailará el perro.

¿Existen o no programas automatizados, perfectamente auditables, que podrían ser los receptores del voto inteligente? O si lo prefieren menos cibernético: ¿existen o no formas impresas escritas, pruebas estandarizadas de selección múltiple, que se podrían usar en todo lo largo y ancho del papel en el que se imprime un voto? ¿Existen o no máquinas decodificadoras de esos datos? ¿Existen o no posibilidades de organizar el gasto público según la decisión tomada por cada votante en la respectiva casilla de su Decisión Democrática? ¿Existe o no una “inteligencia del gasto” que se va rumbo a las decisiones que tomemos de él? ¿Existe o no la mediana posibilidad de que sepamos mediante internet a dónde fue a parar nuestro dinero y qué resultados dio?

¡Ese sería voto! ¡Ese sería referéndum! ¡La Edad de Hierro del uso de herramientas democráticas! ¡La demostración de que en el voto reside el ejercicio de la Soberanía Popular!

Imagínatelo un rato, pues. Sería como estar despertando un Cuarto Poder Popular que debería adjuntarse en una nueva constitución. ¡A güevo, una Nueva Constitución que contemple que quien decide sobre el dinero debe ser el pueblo, como Cuarto Poder Popular, y que esté en un nuevo título de la Constitución!

¡La decisión tuya mezclada con la de millones que deciden sobre el gasto de su nación! ¿A dónde eligirías tú que se fuera el dinero acumulado para el siguiente año del hormiguero del que formas parte? ¿Más seguridad social para vagabundos? Yo sí. ¿Más para salud reproductiva o menos? Yo más. ¿Más dinero para apoyar madres solteras o dejarlas sin un quinto? Yo más. ¿Más o menos guerra? Yo menos. ¿Más o menos paz (e inversiones en arte, en ciencia, en ecología, en educación)? Yo más. ¡Y esos no son ni siquiera todos los temas y quizá ni los más urgentes!

Pero para poder elegir con referéndums de verdad el camino que debe tomar el Estado, tomándonos en cuenta todos, se requiere que decidamos cada uno mediante un voto que incida en el Presupuesto de la Nación, en el destino del dinero que ésta obtiene de nosotros.

Daremos, seguramente, el asqueroso promedio que damos cuando ya nos juntamos todos.

Pero tendrá un sentido comunal: un sentido que va más allá de la pregunta que hace el señor del poder en turno. Es decir, ya no dominados por ningún partido ni candidato ni sujeto histórico con demasiado poder, sino por nuestra decisión.

El Dinero y sus efectos es el primer lugar que debe tomar (“asaltar”, por ponerlo en un lenguaje coloquial) la Inteligencia Colectiva. ¡Pero hay tantas posibilidades para ella!

Ahora, si sólo querías escuchar lo que he dicho en lenguaje llano, en resumen es esto: estamos malutilizando y subutilizando el referéndum. Hay mejores posibilidades para usarlo.


Y, bueno, como profetiza el gran Chilam Balam de Chumayel: “Desaparecerán los gobiernos”.Lo dice en Capítulo VII.

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