sábado, 13 de febrero de 2016

PROPÓSITOS DE AÑO NUEVO EN FEBRERO


Buenas tardes, amig@s:

Sé que las metas de año nuevo son para compartirse en enero, tras sopesar los aciertos y errores de los meses anteriores, y no para mediados de febrero, cuando el tren descarrilante de los acontecimientos ya está en marcha. Sin embargo, considero que aún no es tarde para alertar a quienes me ven caminando por este mundo cruel acerca de al menos cuatro determinaciones que afectarán probablemente mis siguientes años y el tono de las actualizaciones que encuentren en su feed de Facebook. Tomar una decisión es dar el esquinazo en la encrucijada de los laberintos vitales; esquinazo que anula por un rato parte de las otras experiencias que podrían haber ocurrido. La clásica bifurcación de senderos.
Así, pues, éste es un breve resumen de algunas actividades que ya llevo a cabo de forma simultánea, como acostumbramos los malabaristas que nos equilibramos en la cuerda floja:

AA. En abril-mayo (aquí ya tras lomita) comenzará a circular por internet una revista de corte mayormente literario, cuya principal finalidad es exponer la pluralidad de visiones y ejecuciones que enmarcan el oficio literario de escritoras y escritores en activo, además de ser para los lectores un punto de acercamiento a los autores y el resto de su obra. En lo posible también abordará la reflexión actual sobre cualquier aspecto de la realidad mexicana y mundial, y de otros ámbitos artísticos, noticiosos, históricos, antropológicos, proveniente de la docencia o la praxis, sin dejar de lado el humor y la autocrítica. Es, desde ya, una plataforma abierta para ficciones, reportajes e ideas, expuestos a las miradas y señalamientos públicos. El reto, el trabajo, es convertirla en el corto y mediano plazo en un ente autosustentable, donde los colaboradores puedan acercar a los lectores al resto de sus obras, así como que permita remunerar su labor. En las próximas semanas, habrá más noticias sobre este proyecto, cuyos trabajos se remontan al año pasado.
BB. Este punto aborda una preocupación sociopolítica. El año pasado, tras participar de febrero a noviembre activamente en un movimiento de intenciones revolucionarias, aunque por medios pacíficos, quedé defraudado. El movimiento se gestó alrededor de la construcción de un nuevo pacto simbólico mexicano, es decir, una nueva Constitución. Sin embargo, la organización “desde abajo”, que yo esperaba abierta, crítica, horizontal, constructiva, se vio obstaculizada por la desconfianza, la grosera descalificación y el ninguneo proveniente de un sector de “guías notables” que parecían más preocupados por los “golpes mediáticos”, por reunir sólo adherentes y no participantes, por imponer sus visiones y limitar las de los demás, que por un trabajo que encauzara el aprendizaje y el diálogo de iguales (con las herramientas históricas y modernas de intercomunicación) entre las personas interesadas en adaptar la Ley hacia una justicia que integre los actuales fenómenos de evolución social, económica, científica. Dicha experiencia me ayudó, no obstante, a proyectar un método organizativo sin líderes que aún creo posible, pero que requiere justificarse, explicarse y ahondarse con mayor detalle, y pulirse y nutrirse con la participación de muchos más actores en plano de igualdad y respeto, hasta activar, mediante la experimentación, el germen efervescente de la inteligencia colectiva que ya se muestra en algunos aspectos de nuestro presente. A ello nos abocaremos en varios ensayos antes de llevar el proyecto a la práctica, en los que espero contar con sus correcciones y participación.
CC. Finalizar el borrador de la novela en la que he estado trabajando los últimos tres años, y que con mucha probabilidad comenzará su recorrido para el 2017.
DD. No obstante, este año habrá libro. A veces, quienes escribimos sentimos el reclamo de interlocución que piden nuestras ficciones, encerradas en la oscuridad de nuestros cajones, y no podemos sino arriesgarnos a levantarles el telón. El libro se llama Postales de Nundá y reúne diez cuentos. Mis motivos y justificaciones de juglar (ideológicos, éticos, socioeconómicos) me han impulsado a realizarlo mediante un fondeo comunitario. Dicho fondeo es el que, en mayor grado, me ha apremiado a poner sobre el tapete estos propósitos, pues el proyecto ya está en línea, y yo, preparado para hacerle campaña. He pensado, por tanto, en presentárselos seriamente mañana, y así encomendarlo al espíritu de la amistad que, según Francis Bacon, “duplica las alegrías y divide las angustias por la mitad”. 




CHAINED: TUTELAJES CORRUPTORES



Chained (2012, 94 min.)

Escrita y dirigida por Jennifer Lynch

Basada en un guión de Damian O'Donnell

Protagonizada por Vincent D'Onofrio, Julia Ormond, Eamon Farren


Chained es una de esas historias en que el efectismo, el a güevo querer ofrecer una revelación final, una vuelta de tuerca a favor de cierta coherencia, termina por dar al traste con una buena película. Porque se ha de decir, en favor de esta obra, que cuenta con una narrativa donde fotografía y guión se acoplan con manejo solvente la mayor parte de la cinta. La sensación de inerme opresión claustrofóbica, a pesar del retrato de grandes espacios abiertos, es inevitable cuando los retratados no están cercanos, sino difuminados, étereos, completamente anónimos.

Cartel promocional
    Y lo de anónimo viene bien al hablar de esta película, en la que se hace un retrato ficticio de la bestia humana por excelencia, el enfermo más terrible entre los enfermos: el asesino serial. En esta historia, un feminicida muy eficaz secuestra a una madre y a un hijo y, tras deshacerse de la mujer, decide esclavizar al niño de 10 años. Se enfrentan cara a cara la inocencia de un chavo criado con videojuegos, enmedio de una situación familiar favorable (como al menos parece pintar al principio de la película), contra la realidad más brutal con la que se puede topar cualquiera: la corrupción sanguinaria del alma humana. Si nos lanzamos más lejos con la comparativa de arquetipos, hasta podríamos afirmar que es la lucha entre el individuo que tiene esperanza versus la maquinaría despiadada que exprime para satisfacerse a sí misma.
    Desde el principio, el asesino impone sus condiciones: el niño será su esclavo, se llamará Conejo, hará la comida, llevará en orden el tétrico álbum de recortes periodísticos, se alimentará de sus sobras, se encargará de limpiar el desmadre que deje él cada vez que arrastre a una mujer a la casa y tratará de ser invisible el resto del tiempo.
    Los intentos de escape, siempre monitoreados por el monstruo, terminan por doblegar la pobre resolución de aquel niño y someterla por completo. A lo largo de la película, comienza a perfilarse una constante: el monstruo quiere convertir al niño, al adolescente, en un hijo suyo. Y como monstruo inteligente (lleva años cometiendo sus atrocidades sin ser atrapado), pretende que el joven se cultive en las cosas que al “tutor” le fascinan para que “comprenda” cómo es la realidad de las cosas y por qué al no le ha quedado más salida que aquellos crímenes. Lo somete a una violenta educación en anatomía y fisiología, con libros, pero también con clases prácticas de las que el joven participa como testigo y en las que preferiría no tomar parte. Y allí es donde el nudo se hace más fuerte: ¿puede la autodeterminación de los humanos elevarse por encima de la presión externa ejercida sobre él? ¿Puede la maldad convertirse inevitablemente en un deseo del oprimido para liberarse del yugo al imponerlo a alguien más? La película resuelve, a mi parecer, muy bien, con una primera vuelta de tuerca esos cuestionamientos. (Al menos, esa primera vuelta de tuerca, “me conforta” a mí como espectador. Si ese clic no existiera, la película hubiera sido una de esas sin esperanza que probablemente hubiera llevado estos apuntes más lejos).
    Lo excesivo es la segunda vuelta de tuerca, que se desarrolla en los últimos cuatro o cinco minutos. Esa es una parte que sobra por completo y que deja a esta película en semipalomera, por darle una calificación de esas que se estilan.