martes, 7 de abril de 2015

Presentación A nadie se pulke de mi muerte, de TeMok Saucedo


25 de marzo de 2015
Salón Bombay, México D.F.



Como todos sabemos, la palabra construye y destruye mundos.
En las narrativas extensas, como la novela, esto siempre es más notorio. A partir de la palabra escrita, se crea el mundo, se abre un espacio imaginario. Conforme más se avanza en la lectura, más completo y complejo va configurándose ese espacio, esa dimensión alterna que el lector habita, gracias a la palabra. Y después, tras la página final, lo que algunos teóricos como Luz Aurora Pimentel denominan “el espacio diegético”, ese mundo donde ocurrieron las cosas gracias a la palabra, colapsa ante la ausencia de ésta.
Por supuesto, no es un colapso más que en el sentido de palabras escritas que han sido leídas. La memoria del lector persiste. Yo soy de los que, esperanzadamente, cree que, a pesar de los naturales olvidos que provoca el tiempo, una buena ficción queda en la memoria más por lo que representa que por la descripción paso a paso de sus eventos dramáticos. Una buena ficción permanecerá en el lector aún incluso si éste no se toma el trabajo de diseccionarla.
Pero no nos desviemos. Dijimos que la palabra construye y destruye mundos.
El reto del cuento corto es que el escritor lo tiene que hacer nacer, crecer, desarrollar, madurar, explotar siquiera con la sorpresa de una chinampina en la cara del lector antes de que éste le dé tiempo siquiera de parpadear. Las narrativas cortas comparten con el haikú ese hechizo de mariposa que emprende el primer vuelo con las alas hechas fuego, y a los primeros dos aletazos ha sido clímax de existencia y de fin. Si les desagrada el símil de la mariposa que es llama, incendio, también se puede pensar en el cuento corto como un duelo de Saloon y botas vaqueras entre el lector y autor. Si el lector no se la cree, el escritor pierde y tendrá que cargar su camiseta agujereada como distintivo de su derrota. Si el autor sorprende, mueve a la reflexión, provoca una sonrisa cómplice, gana. Pero de todas formas tendrá que cargar con su camisa agujereada porque ya se sabe que sea o no un escritor que gane o pierda ante su lector, siempre estará jodido y quebrado y pobre.
En una oración, en dos párrafos, el cuento corto fabrica toda la magia. El fin mismo es el principio que explica todo. A veces su misma rapidez puede desorientarnos y sólo el regreso al título nos ayuda a quitar la cara de asombro. Y aquí podemos señalar que lo bueno de los cuentos cortos es que admiten la segunda, la tercera, la cuarta lectura de inmediato. Si es bueno, las resistirá sin deslavarse ni perder su brillo.
Sin duda, esta modalidad de la narrativa es un arte difícil, en el que TeMok Saucedo ha jugado con buena fortuna. Pero aquí tenemos que, no obstante lo anterior, el libro artesanal que hoy presentamos A nadie se pulke de mi muerte, está hecho por un poeta forjado al hachazo limpio del verso capaz de lo sublime y lo arrabalero, en lucha contra el bien decir y lo ortográficamente correcto... (aunque en esto de la ortografía habría que hacer un paréntesis y puntualizar que la actitud ortográfica de TeMok me parece más una rebelión deliberada contra la autoridad de lo “correcto” (en la línea de clásicos como Chin, chin el teporocho, de Armando Ramírez) que lo que algunos puristas puedan considerar erratas. Los que hemos leído otros textos del camarada, podremos haber notado otras preocupaciones estéticas. Habría que definir entonces ese método como cierto eclecticismo narrativo, pero también bandera y sello de un artista multidisciplinario que se juega sus recursos en la fina cuerda floja que brota cuando un arco de violín prende  las notas escondidas de un serrucho).  
Cerremos el paréntesis, que daría para más, y continuemos con lo nuestro. Decíamos que TeMok le ha entrado al hachazo limpio de versos (o si quieren, ya que lo recordamos, al serruchazo limpio de versos) que van de lo sublime a lo arrabalero y eso también lo encontrarán aquí, pues la búsqueda de nuestro autor está atada a la irrestricta libertad de decir: intuye con bases que la verdad implícita en las malas palabras es tan cierta, válida y legítima como la verdad de, por ejemplo, la palabra “maravilla”.
En este libro hallarán, condensadas en una ficción, las promesas que lanzan los compositores de canciones de amor a sus musas y las terribles consecuencias. Verán los gritos de celo a deshoras que le dedica un personaje a su amada perdida que decide lobotomizarse el corazón para que ya no exista el recuerdo. Asistirán al cuento “La elección” cuya estructura juguetona nos recuerda que todo es el jardín ese de los senderos que se bifurcan, las acciones que se toman en un sentido en lugar del otro, al tiempo que como lector también se debe hacer una primera decisión de lectura (ahora recuerdo que la propuesta que como autor lleva a cabo TeMok ante el lector es la de que el texto se rearme según el gusto de cada quien, como en el poemario En tu tumba, de este mismo autor, editado por Fridaura). En A nadie se pulke de mi muerte, encontraremos la reconstrucción literaria de clásicos de la minificción y la poesía iberoamericanas (el título mismo ya nos remite a "Rico Neutle" Efraín Huertay el saludo que le lanza a la escuela infrarrealista para dar una esquemática definición de dicho movimiento, mediante una bequeriana. (Surge la duda de si el Infrarrealismo es un movimiento derivado del romanticismo. Pero allí ya no me meto, pues mi conocimiento es escaso). 
Y, bueno, si después de leer este libro, que les puede durar lo de una ida al baño hasta más allá de lo de siete días pensando un texto de presentación; si al leer este libro, su contenido les parece bien o mal, al menos tenemos la seguridad de que eso es algo que, en el cuento autorreferencial titulado “Epitafio”, podrán averiguar de la mano del mismísimo autor, quien, cual Virgilio en su propio laberinto, los llevará a conocer su lápida y lo que él opina de tu crítica, porra, chiflido, etcétera y hasta de este texto de presentación. Después de todo, tras la construcción de mundos con la palabra está el colapso, la nada, el vacío. Y eso es algo que nuestro autor sabe muy bien y no duda en pregonar.

Sólo me gustaría agregar un apunte final sobre este libro como artículo en sí. Me parece que vivimos en una época de crisis editorial que los nuevos editores toman sin arrendarse. Enfrentamos una época de anomia, indiferencia, brutalidad capitalista que agobia y somete a las empresas culturales. Los editores en resistencia han encontrado la forma de darle la vuelta. Este libro de minificciones, en formato de cartera, demuestra la necedad de los editores que, por afuera del sistema, creen aún en la creación, en la necesidad de trascender las libretas y apuntes de los escritores y darles salida a los textos, para que lleguen a los lectores y allí provoquen la generación de la transmisión de las ideas, del encuentro con la torcedura de la realidad.

 Muchas felicidades a TeMok Saucedo y a los editores de La tinta del silencio.





TeMok Saucedo
A nadie se pulke de mi muerte
Editorial La tinta del Silencio
Libro de cartera, páginación en abanico
México, 2015.







No hay comentarios: